26 oct 2009

Un adelanto




24, 09, 2009, 12.19 hrs, el Beatle. “Como usaba el pelo largo, me pusieron el Beatle. Aparecí en la Vea, El Sur y la Crónica como un pato malo. Estuve preso varias veces, alrededor de 15 años de mi vida. Siempre por robo. Estuve en Valparaíso, Talcahuano, Temuco y el disciplinario de Lautaro. Hace 30 años que pasó todo esto, de cumplir mi última condena. Yo nací en 1949 en el Hospital Regional, pese a que vivía en Talcahuano, frente al bar Chile, donde estaba el mercado. Después me vine a Santiago para rehacer mi vida. En Santiago, los que me conocen me llaman Pato, cuando he vuelto a Talcahuano me dicen el Beatle, los que me conocen, claro, pero ya están casi todos muertos, los años no pasan en vano. Yo fui admirador de los Beatles, pero nunca fui fanático de ellos. Tenía, eso sí, una foto con ellos, claro, trucada. Yo tenía 6 hermanos, mis papás estaban separados, yo estaba bien encaminado. Tenía 15 años y era el más chico en la escuela de Grumetes y mi papá me hizo una mala jugada. Era 1969 y mi papá me dice que no sea marino, él no quería, me dijo que dejara todo y me fuera con él, que podía estudiar mejor para ser otra cosa. Y me fui con él a Viña del Mar, pero allá me dijo: el que no trabaja no come. Así que tuve que empezar a trabajar. Estaba solo. Yo no tenía un papá, tenía un verdugo. Oscar Alvear, murió hace 3 años. Yo sabía que la Armada era una buena oportunidad y la perdí, le creí. Mi mamá y el comandante me dijeron que perdía la oportunidad. Como que ahí empezó todo. Se dijeron muchas cosas de mí, incluso me echaron la culpa que quería escapar de la cárcel usando dinamita en la cárcel de Talcahuano. Para la sociedad fui condenado. Lo primero que pide un jefe son los antecedentes y los míos están sucios. Ser pato malo famoso no era bueno socialmente, uno no podía pololear con la niña que uno quisiera. Yo robé en Concepción y me decían el Bleatle, era por el pelo, porque lo usaba como ellos y era criticado por la gente, no como ahora que el pelo largo lo usan muchos, antes no era así. En mi barrio yo era el único que usaba el pelo así, viví en la Carlos Condell, en el paradero 2 y medio, también en Talcahuano”.

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A los ocho años mi perro me mordió la mano derecha. Me dejó una cicatriz. El mismo animal, al año siguiente, me mordió el hombro opuesto al corazón. Otra cicatriz. En 1999 un perro casi mata a un gato. Intenté salvarlo, y lo logré. Pero éste, en el rescate, me arañó y dejó dos marcas muy feas en mi diestra. Mi mano izquierda posee dos cicatrices; no recuerdo cómo me las hice.